Dunga dejó de lado el jogo bonito para armar un equipo a su imagen y semejanza a su etapa de jugador. Un equipo combativo cuya magia la aportan Kaká y Robinho. Con la base del Inter; Julio César, Lucio y Maicon, el cerrojo defensivo parece inquebrantable.
Es un pena para los amantes del buen fútbol afirmar que el jogo bonito ha quedado obsoleto pero es la verdad. Desde 1994, Brasil viene abandonando su rica tradición y con Dunga no importa el como, si no el resultado. Eso sí desde que el ex capitán de la Selección es el DT, el Scratch no ha parado de ganar: terminó cómodo en las Eliminatorias y se adjudicó dos trofeos: Copa América y Confederaciones.
Lo único que le faltó fue los Juegos Olímpicos, torneo en el que fue eliminado por Argentina. Para aquella época, el equipo donde jugaban Riquelme y Messi lo dejaron a Dunga con la soga al cuello. Pero la Confederación lo ratificó y con tiempo puede volcar su idea a la cancha.
Nada de jugar lindo. Correr, meter y con la pelota en su poder es efectivo. Dunga confió en muy buenos jugadores como Luis Fabiano o Elano en lugar de estrellas como Ronaldinho o Adriano. Y para envidia de Basile, el ex volante si puede tener su once de memoria: Julio César; Maicon, Lucio, Juan, Michel Bastos; Gilberto Silva, Felipe Melo, Elano; Kaká; Robinho y Luis Fabiano. Y sabe tanto lo que quiere que fue el primero en confirmar los 23 y solo lleva dos jugadores por puesto.
A diferencia de otras épocas, Brasil puede jactarse de tener al mejor arquero, Julio César, y el mejor central, Lucio. Obviamente que tiene a uno de los mejores laterales, Maicon –en el otro extremo de la defensa surge a último momento Bastos, el último en ganarse el puesto-. Arriba la contundencia de Luis Fabiano, las bicicletas de Robinho y la magia de Kaká- quien hubiese sido el candidato máximo a ganar el rótulo de mejor futbolista del Mundial, pero entre el nivel extraterrestre de Messi y las propias lesiones de este exquisito mediocampista brasileño, lo dejan injustamente en un segundo plano-.
Es un pena para los amantes del buen fútbol afirmar que el jogo bonito ha quedado obsoleto pero es la verdad. Desde 1994, Brasil viene abandonando su rica tradición y con Dunga no importa el como, si no el resultado. Eso sí desde que el ex capitán de la Selección es el DT, el Scratch no ha parado de ganar: terminó cómodo en las Eliminatorias y se adjudicó dos trofeos: Copa América y Confederaciones.
Lo único que le faltó fue los Juegos Olímpicos, torneo en el que fue eliminado por Argentina. Para aquella época, el equipo donde jugaban Riquelme y Messi lo dejaron a Dunga con la soga al cuello. Pero la Confederación lo ratificó y con tiempo puede volcar su idea a la cancha.
Nada de jugar lindo. Correr, meter y con la pelota en su poder es efectivo. Dunga confió en muy buenos jugadores como Luis Fabiano o Elano en lugar de estrellas como Ronaldinho o Adriano. Y para envidia de Basile, el ex volante si puede tener su once de memoria: Julio César; Maicon, Lucio, Juan, Michel Bastos; Gilberto Silva, Felipe Melo, Elano; Kaká; Robinho y Luis Fabiano. Y sabe tanto lo que quiere que fue el primero en confirmar los 23 y solo lleva dos jugadores por puesto.
A diferencia de otras épocas, Brasil puede jactarse de tener al mejor arquero, Julio César, y el mejor central, Lucio. Obviamente que tiene a uno de los mejores laterales, Maicon –en el otro extremo de la defensa surge a último momento Bastos, el último en ganarse el puesto-. Arriba la contundencia de Luis Fabiano, las bicicletas de Robinho y la magia de Kaká- quien hubiese sido el candidato máximo a ganar el rótulo de mejor futbolista del Mundial, pero entre el nivel extraterrestre de Messi y las propias lesiones de este exquisito mediocampista brasileño, lo dejan injustamente en un segundo plano-.
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