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Boca bajó a Estudiantes y sumó su segunda victoria consecutiva. Si bien su juego es chato, descontó a cinco puntos la distancia con respecto a los líderes. El gol de la victoria –Riquelme había empatado transitoriamente – lo marcó Viatri que sustituyó a un Palermo, de pobre presente.
Habrá que ver si a Boca le alcanza jugando así para prenderse. Pero era un partido bisagra. Una final. Y arrancó de la peor manera, ante ni mas ni menos que el campeón. Pero resurgió de las cenizas gracias a Riquelme y después lo ganó en una de las pocas chances claras que tuvo.
Hubo un solo equipo que quiso ganar en La Bombonera. Y ese fue Boca. Por eso fue justa su victoria. Estudiantes con la excusa del gasto físico de la semana durante la Copa abuso de la mezquindad y se refugio atrás, e hizo tiempo como si fuera cualquier equipo chico y no el defensor del título en el fútbol argentino.
Lo del Xeneize tampoco fue bueno. Porque tampoco se brindo por el espectáculo y recién a menos diez minutos del final se animó a cambiar el esquema y poner un delantero por un volante. Durante el resto del partido atacó con poca gente. Pero al menos atacó. Lo de la visita, salvo en pelotas paradas, fue pobre. Y se lo critica mucho al Pincha porque podría jugar de otra forma. Si el técnico sería Sabella, lo acusarían de antifútbol. Pero el entrenador es Berizzo, discípulo de Bielsa, por lo tanto, portador de cierta simpatía de cierto sector del periodismo. Así que la crítica por su cambio de esquema, en dejar afuera del equipo titular a Leandro González y poner otro volante.
Con dos esquemas parecidos, con línea de tres que en realidad son cinco, cuatro volantes y un solo punta, se sacaron poca ventaja. Y entre uno que no podía y el otro que no quiso nunca, se armó un partido muy chato casi sin arcos.
El cuadro platense pegó primero aprovechando sendos garrafales, primero de Somoza –luego mejoró y mucho-, y luego de Insaurralde. Parecía que se le venía la noche y no por las nubes negras que amenazaban La Boca. Pero apareció, otra vez, Riquelme, quien con otro tiro libre, niveló el tanteador.
Después salvo en alguna pelota parada, casi no hubo juego en las áreas. A Boca le costó quebrar el cerrojo, salvo con algún tiro de larga distancia. O con el gol mal anulado a Chavez, tras gran pase de Viatri –que ya había reemplazado a un cada vez más pobre Palermo-.
Y llegó el gol de la victoria. El gol del mismo Viatri, tras un gran desborde de Mouche definió el cotejo a favor de un Boca, que necesita algo más de fútbol para prenderse definitivamente pero ganó una finalísima y lo que hace quince días parecía una quimera ahora ya no es una locura debido a que solo lo separan cinco puntos de los punteros.
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