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La Maquinaria alemana aplastó a Argentina por 4 a 0 con una goleada histórica y la eliminó del Mundial. Todo lo bueno hecho en el torneo se despedazó por mil partes en apenas noventa minutos.
¡Ay Argentina! El sueño se transformó en pesadilla, pero una de las feas, muy feas. Una película de terror. Una de Freddy Kruger, que sus garras nos desgarró y nos sacudió mientras dormitábamos pensando en la corona. Un 4 a 0 inapelable que desnuda todas las falencias que tuvo el equipo durante todo el torneo, o marca un retroceso a los peores momentos de todo el ciclo.
El equipo de Diego Maradona era uno de los mejores conjuntos del Mundial debido a todo su potencial y caudal futbolístico. Por eso criticar al tridente ofensivo compuesto por Higuain, Tévez y Messi es absurdo más allá del poco peso que tuvieron ante Alemania.
La Selección no empezó a perder casi desde el vestuario como se dice cuando hay un gol tempranero. Su decadencia arrancó en la semana. Las dudas en defensa pedían a gritos cambios, sobretodo por el costado derecho y la arrogancia pudo más. “¿Para que cambiar?”, se dijo en el campamento argentino. Del lado de enfrente, estaba el otro cuco. El mismo elenco que había triturado a Inglaterra. Mucho juego en la mitad de la cancha y con espacios daba miedo. Mucho miedo. Sobretodo por los agujeros argentinos en defensa que fueron abundantes ante México, enfrentamiento que se abrió gracias al gol ilegítimo convertido. Pero el árbol nos tapó el bosque.
Nico Otamendi, seguramente pagará los platos rotos pese a jugar en un puesto que no es el suyo y que en sus dos participaciones anteriores había tenido actuaciones correctas. La culpa no es del chancho. El flojo nivel de Demichelis no se notó, esta vez, porque todo el equipo se contagió. Heinze volvió a ser de las Eliminatorias. Se necesitaba cambios en la mitad de la cancha para cortar el circuito germano pero poco importó. Di María solo incidió cuando se fue por derecha, Maxi hizo poco y Mascherano corrió como un perro.
El primer gol llegó tras una distracción de Otamendi en pelota parada. Cabezazo de Muller y a otra cosa. A partir de ahí, la Selección fue un manojo de nervios y cada vez que los teutones aceleraban daba la sensación de que podían convertir otro gol.
A puro corazón pero sin fútbol, Argentina simuló una mejoría pero no tuvo ideas. En el final del primer tiempo y el comienzo del complemento, inquietó pero solo por remates de afuera del área. Falto peso ofensivo.
Y a los 22 minutos otra distracción defensiva, Muller no dio una pelota por perdida y, entre Demichelis y Mascherano que durmieron la siesta, asistió a Podolski, quien cedió para Klose que con el arco vacío sentenció el sueño. Argentina ya estaba groggy. Schweinsteiger se gambeteó hasta el aire y le dio el gol a Friedich. 3 a 0. Ya era demasiado. Los cambios fueron insensatos e invitaban a la goleada. La Selección ya se arrastraba de la misma forma que lo había hecho en las Eliminatorias. El cuarto gol estuvo de más. Pero es la diferencia entre un equipazo y otro conjunto partido a la que solo la salvaron las individualidades para llegar donde llegó.
ARGENTINA 0-4 ALEMANIA
ARGENTINA: Romero 5; Otamendi 3 (69´ Pastore), Demichelis 4, Burdisso 5, Heinze 4; M. Rodríguez 4, Mascherano 5, Di María 5 (74´ Agüero) ; Messi 4; Tevez 5 e Higuain 4
ALEMANIA: Neuer 6; Lahm 7, Mertesacker 6, Friedich 7, Boateng 5; Khedira 6, Schwensteiger 8; Muller 7, Ozil 6, Podolski 7; Klose 7
Goles: 3´ Muller; 67´ y 88´ Klose y 73´ Friedich (ALE)
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