Argentina le ganó al subcampeón de Europa, Alemania, por 1 a 0 en un amistoso jugado en Munich y le puso color a su desdibujada imagen de cara al Mundial. Sin brillo, la Selección mostró orden, sacrificio y contundencia.
La Selección empieza a encontrar su identidad. No tiene brillo. O al menos por ahora. Pero parece sentirse más cómoda en la cancha. Lejos de aquel equipo que sufría en cancha de Sudámerica, el equipo de Diego Maradona comienza a encontrar la formula para empezar a soñar.
Claro esa formula no parece estar acorde con el gusto del hincha argentino. Pero llegó el momento de dejar la hipocresía de lado y empezar a gestar un logro importante, más allá de los dibujos tácticos. Algo así como hizo Brasil que se dio cuenta que “el jogo bonito” había quedado obsoleto. Maradona dijo que quería ser la mezcla de Menotti y Bilardo. Esta claro, que pese a las peleas internas, su equipo es más Bilardista que el propio Narigón.
Luego de probar y probar, el DT tiene decidido en jugar con un 4-4-2. Atrás cuatro centrales para estar siempre bien paradito, en el medio el sacrificio de Mascherano y Jonas, más la visión de Veron y las subidas de Di María. A eso se le suma el aporte de los delanteros. En realidad, el aporte de un solo atacante: Gonzalo Higuaín, quien sí juega como en el Real Madrid. Su compañero ofensivo, Lionel Messi, sigue engrosando la deuda interna con la Selección.
La Pulga juega distinto con la albiceleste que con la de Barcelona. Pero el Barsa juega diferente a Argentina. En el Camp Nou, Messi tiene a dos delanteros adelante suyo o en la misma línea, mediocampistas que le devuelven la pelota redonda como Xavi o Iniesta, en la Selección –afuera Riquelme, la Pulga solo puede dialogar futbolísticamente con Verón- y laterales como Dani Alves que siempre pasan adelante. En la Selección eso no ocurre, los laterales no pasan, los volantes apenas suman en ataque y todo depende de si encienden los dos delanteros de turno. Como ocurrió en el gol, Samuel rechazó, la pelota le cayó a Di María que tiró un pase para que se arregle el Pipita y el delantero Merengue definió con sabiduría -con gran ayuda del arquero Adler que demostró que es un queso.
Antes y después Argentina solo pateó una vez al arco. Un remate en el palo de Di María, que cuando se enciende es de lo mejor de la Selección. Pero atrás no tuvo zozobras. Por lo tanto, lo de Alemania fue mucho peor porque no generó ni una sola chance clara de gol. Pero no podemos obviar que el combinado germano tiene un plus adicional que se enciende cada vez que empieza una Copa del Mundo o un torneo importante.
Argentina tiene los jugadores para hacer un buen Mundial. Un muy buen Mundial sin caer en el elogio fácil. Pero son estos mismos jugadores los que estuvieron a punto de quedarse afuera del Mundial, de no ser por aquella aparición salvadora de Palermo. Por lo tanto, hay que tomar todo con pinzas. Pero sin dudas, como estaba Argentina, la victoria en Munich es un paso adelante. En realidad, es mucho más que un paso adelante.
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