miércoles, 13 de octubre de 2010

Una nueva esperanza

El deporte argentino tiene una nueva generación que puede dar el golpe en los próximos años. El noveno puesto logrado por la Selección de voleybol puede ser bisagra para volver a los primeros planos en un corto plazo.

Que lo diga el cuerpo técnico o los propios jugadores argentinos tal vez no tenga peso porque carece de objetividad. Pero que lo diga el resto de la prensa especializada o los propios rivales ahí alcanza otra tonalidad. Como lo dicho por el gran capitán serbio Nikola Grbic que ve al equipo argentino con cosas de aquel conjunto yugoslavo que sorprendió en Atlanta ´96 y que cuatro años después saliera campeón olímpico.
La actuación adquiere relevancia por el juego y por los rivales con los que se enfrentó. Estados Unidos, Serbia y Rusia eran inaccesibles en los papeles y salvo ante estos últimos el conjunto de Javier Weber estuvo a la altura. Venció en los partidos parejos como Francia, República Checa o España cuando pocos creían en que se iban a quedar afuera en primera ronda, tras la debacle en la liga mundial, torneo en el cual se perdieron los catorce encuentros que disputaron.
Mientras grandes potencias como Brasil o Rusia manchaban su nombre al ir para atrás, la Selección apostó a ganar pese a tener que enfrentar cruce inaccesibles como los de la tercera ronda ante balcánicos y ex soviéticos. Y lo mejor tal vez este por venir, porque los jugadores argentinos apenas están dando sus primeros pasos, como Facundo Conte, quien porta el talento de su padre, Hugo, uno de los mejores jugadores de la historia, Sebastián Sole y Pablo Crer. O el armador Luciano De Cecco, con apenas 22 años fue el conductor con un Mundial a cuesta.
El noveno puesto es el mejor resultado fuera de casa en los últimos veinte años desde el Mundial de 1990 cuando salió sexto –misma ubicación que en 2002, cuando fue local-. El equipo dio un paso fundamental. Ahora habrá que esperar si viene el gran salto.

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